sábado, 8 de octubre de 2011

Aún eres un pretexto válido para descontrolarme

Una motocicleta se detiene repentinamente en el stop. Una chica. Dios mío, es ella. Pelo rubio ceniza, largo, debajo del casco. Viste también una gorra con bisera. Lleva el ipod azul y una chaqueta azul cielo como sus ojos. Sí, parece ella... Mueve la cabeza al ritmo de la musica y sonríe. Me paro. Ella arranca. La dejo pasar. Gira alegremente frente a nuestro coche... Ahora mi corazón se desacelera. No, no era ella. Pero un recuerdo me asalta. Como cuando estás en el agua, en el mar, por la mañana temprano y hace frío. Alguien te llama, te vuelves y lo saludas... Pero cuando te vuelves para seguir caminando llega una ola imprevista. Y entonces, sin quererlo, me encuentro allí, naúfrago en cualquier sitio, en cualquier día de hace apenas dos años...

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