miércoles, 29 de agosto de 2012

A day in a life

Hoy no voy a escribir nada en específico, no tengo mucho que decir, ¿pero quién puede decir mucho? De lo poco que tenemos que contar, creo que podríamos hacer un libro.
Porque todos tenemos momentos buenos, momentos malos. A todos nos han llegado buenos años, o años malos. todos hemos tenido sueños húmedos. todos nos enamoramos y algunos hemos tratado de dejar a un amor en el olvido. todos vemos el sol brillar y la luna salir. De repente todo el mundo decidió dejarse crecer el pelo. todo el mundo hizo hoy algún esfuerzo. Unos pusieron los pies en la tierra y otros miraron al cielo. Cambiaron de ideología política, religión y credo. Algunos discutieron, se pelearon y unos cuantos decidieron perdonar.
todos tenemos algo que decir. todos tenemos un día en la vida, vidas distintas pero paralelas. Mientras tanto yo escuche en las noticias cuatro mil agujeros en Blackburn Lancashire, y aunque los agujeros eran bastantes pequeños tuvieron que contarlos todos. 
Ahora saben cuántos agujeros son necesarios para llenar el Albert Hall.

lunes, 27 de agosto de 2012

Por lo que ha hecho José Bretón, en Estados Unidos le condenarían a la pena de muerte. En Francia, y en otros 89 países más le condenaría a cadena perpetua. En España le aplicamos la máxima pena posible, 15 años de cárcel, convertidos en 13, 10, o incluso menos por decretar la "recuperación" asombrosa del paciente que construyó un horno crematorio para quemar a sus propios hijos dentro. ¿RECUPERACIÓN? ¿Es cierto eso de que cada día estamos más locos? Creo en el derecho a un juicio justo. Creo en los derechos de todos las personas y en la presunción de inocencia. No estoy de acuerdo con la pena de muerte en ningún caso hasta que la justicia corte sus hilos sueltos (cosa imposible), y también la considero injusta en este presente. Pero en este momento la realidad cada vez más decadente de España me hace ver con otros ojos el mundo. No podemos rebajarnos a su nivel. Además la muerte sería un plato demasiado dulce para alguien frío y sin ningún apego a la vida humana como él. Pero sé, y todos sabemos, que no hay recuperaciones posibles en alguien que mata, y aunque así fuera, sería injusto. La vida humana no es ningún juego, ni tiene un precio. Nosotros no tenemos el poder de decidir sobre ella, pero si de cobrarla. tiene que pagar por lo que ha hecho. tiene que pagar por cada lágrima derramada y por cada esperanza muerta. No con su vida. Con su sufrimiento. Con su dolor.
No soy médico, ni juez, ni nada demasiado importante en este mundo para que mi opinión sea escuchada, pero dudo mucho que alguien así algún día llegue a "recuperarse". Nació siendo un ********** y morirá siéndolo. 

miércoles, 15 de agosto de 2012

Es verdad que últimamente acaricio la soledad como quien ha domesticado un monstruo,  y le doy hachís y cerveza si se porta bien al final del día,  si mea cuando le saco a pasear,  si no me muerde al primer recuerdo.

Escandar

En tu balcón comprendí que soñar con volar es soñar con suicidios, y yo siempre he defendido las derrotas.
La tristeza es la única que sigue creyendo en la democracia porque siempre gana por mayoría.

domingo, 12 de agosto de 2012

Cuando vuelves de un viaje todo parece ir mas lento. Se vuelve uno más sereno. Y viajando es cuando me he dado cuenta de que ya no disfrutamos el momento. Nos gustan las prisas, la rapidez, la velocidad. Elegimos lo cómodo frente a lo emocionante. Nos embarcamos en viajes a la otra punta del país por autopistas, sin darnos cuenta ya ni de lo que pisamos. Dejamos el paisaje a un lado para observar kilómetros de asfalto. No nos importa por donde andemos, mientras nos hallamos hecho la correspondiente foto para verificar que estuvimos allí. Una ciudad, un pueblo, o el lugar mas recóndito del planeta no se conoce posando en una foto delante de sus más grandes monumentos, o recorriendo sus principales calles. Se conoce viviéndolo. Hablando. Escuchando. Observando. Me entristece darme cuenta de en lo que nos estamos convirtiendo. La vida hay que vivirla, se mide por la intensidad con la que la vives y no por vivir más deprisa vas a vivirla más.