martes, 27 de diciembre de 2011

Felices fiestas, feliz Navidad, feliz día... Sí. Esas son las frases mas escuchadas en esta época del año. Las calles se adornan de luces, las tiendas de regalos, y las casa se pintan con arbolitos de navidad, para dar la bienvenida a una etapa del año, en que no importa lo que te hayan hecho, no importa lo que hiciste y no importa lo que vayas a hacer, porque Navidad, es la única vez del año, en la que, todo el mundo se vuelve un poco más bueno, todo el mundo da un poco más de si mismo, y todo el mundo a la vez recibe mucho más. Es increible como cualquier realidad, por triste que sea, se convierte mucho más en Navidad. Supongo que será por el popurrí de emociones que sentimos en tan poco tiempo y nos descoloca. Los nervios al abrir los regalos, la nostalgia y el anhelo por alguien que ya no está, y las sonrisas por alguien nuevo que vendrá. La felicidad que se respira en el aire, y las noches en las que no hace falta ver las estrellas para saber que están ahí... Precioso, hermoso, maravilloso... a la par que cínico. Es muy triste darse cuenta de que se necesita una fecha señalada al año para acordarse y llamar o estar con los seres queridos. En realidad la Navidad es una fiesta religiosa. La Nochebuena, es tan buena, porque según un libro escrito por cuatro tíos colgados, nació el Salavdor del mundo. Y la Navidad, es una fiesta, porque se celebra el primer día de ese niño en el mundo... Es extraño que algo que no compartimos, nos una al mismo tiempo. Solo nosotros podríamos hacer una cosa así. Solo los seres humanos, podríamos celebrar juntos algo que en realidad nos separa

                                                                                              

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