miércoles, 19 de marzo de 2014

Ya no me creo que la queimada sea una ‘poción mágica’ que derrota a las brujas,  pero siempre disfrutaré viéndote en tu salsa como ‘El Rey de la casa’. Tampoco cuela eso de "no pasa nada cari, son cosas de mayores que no entiendes" porque, aunque sea muy a mi pesar,  ya soy mayor. Y que decir ya de "en esta casa hay democracia, pero se hace lo que digo yo".
Ya aprendí (por las malas) que para cortarme el pelo, mejor la peluquera; que la ropa de la escalera hay que recogerla antes de que llegues a casa; que la música en vinilo no es ni parecida al mp3; que la muerte de JL fue una conspiración de la CIA, y estoy segura que algún escribiré algún libro con todas tus teorías. Pero todavía estoy en proceso de aprender que el interruptor de la luz también sirve para apagar, que la cremallera del bolso es para cerrarlo, que el único pinta uñas que debe llevar una mujer es el rojo, o que los teléfonos móviles no son de uso exclusivo un año. Tú, por tu parte, después de tantos años todavía no acabas de entender que de estar en la playa no me canso nunca, que ir de compras en nuestra casa no es opcional, si no obligatorio, que en ausencia de un café y una ducha por las mañanas el silencio absoluto es una necesidad y que nunca, nunca, va a ser buena idea llevarle la contraria a las tres mujeres de la casa.
Si me preguntan, lo negaré hasta la saciedad, pero hay que reconocerte que a veces tienes tu gracia (chites malos incluidos), eso sí, está claro que la gracia se hereda (y que se mejora con la generación). Y no es lo único que se hereda, porque no tengo ninguna duda de donde me viene el alma budista, la buena música y mi indiscutible lado friki, porque no fue precisamente mamá la que me volvió fan de Star Wars. Tengo que reconocer que siempre seré una versión femenina de ti, con la excepción de mente cuadriculada y ordenada (que confirma la regla). No somos persona hasta después de una hora despiertos, y que nadie nos lleve la contraria cuando tenemos hambre, porque somos como niños pequeños que muerden. No nos acordamos de fechas importantes, lugares ni cumpleaños, pero es solo porque reservamos nuestro disco duro para detalles importantes (como la muerte de John Lennon). Podemos alimentarnos de cualquier cosa con una buena salsa añadida (las mas raras), y somos capaces de mezclar de todo para descubrir sabores nuevos. Se que siempre estás ahí para desearme suerte (que la fuerza te acompañe en nuestro idioma) o para preocuparte por cuanto tiempo invierto en la carretera o cuando llego a casa. Pero también se que siempre estarás a mi lado para seguir haciéndolo. Para evadirnos con el incienso y los Beatles en el sofá, ver cada viernes una peli rara o Wicker Park, y para perdernos en alguna tienda de discos del mundo.
Y es por eso. Por todo lo aprendido, por todo lo vivido, por todas las rutinas que dejan de serlo cuando me río con tigo, por lo que te doy las gracias y te felicito en tu día, aunque te mereces todos los días del calendario.
Felicidades papá. te quiero mucho

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