viernes, 30 de septiembre de 2011

Galeano

Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria. Pierdo llaves, dinero, documentos, nombres, caras, palabras. A veces, el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco, y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción.
Las palabras no se parecen a lo que nombran y ni siquiera a su propio sonido. Entonces no estoy donde estoy. Me voy lejos, a ninguna parte, y no quiero estar con nadie, ni siquiera conmigo, y no tengo, ni quiero tener nombre ninguno, entonces pierdo las ganas de llamarme o ser llamado

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